sábado, 13 de enero de 2018

Reseñas de continente y Reseñas de contenido

Como no soy una tableta de delicioso turrón, vuelvo después de Navidad. Mi intención había sido regresar antes, y llevo, de hecho, con esta entrada en mente desde hace varias semanas, pero las circunstancias han sido inclementes y me han mantenido lejos de las teclas contra mi voluntad. Entre ellas, cabe destacar que mi ordenador ha muerto. Por suerte, cuando ya había conseguido sacar casi todos los archivos importantes (aunque algunos se hayan quedado por el camino); por desgracia, de manera bastante fatal, y ahora solo funciona en la buhardilla enchufado a la red por cable, y allí hace mucho frío. He tardado unos días en recuperar un viejo portátil, adecentarlo e instalarle un par de programas básicos, así que, por fin, aquí estamos.

Y para encabezar la entrada del blog he elegido un título que, a priori, puede resultar extraño: Reseñas de continente y Reseñas de contenido. Tradicionalmente, la separación entre tipos de reseñas de la que siempre he oído hablar es la de reseñas de divulgación/opinión y reseñas académicas. Las primeras las puede escribir cualquier lector, bien sea especializado o bien amateur, y tienen como finalidad expresar la opinión que merece un libro tras su lectura, sea esta buena o mala. Las segundas, más que aportar una opinión (aunque debieran), tienden a hacer un repaso por la estructura y contenido del texto en cuestión, señalando algún punto fuerte y alguno débil, pero sin meterse en los berenjenales de la calidad literaria o investigadora, que eso gana muchos enemigos. La crítica que se hace a estas reseñas, precisamente la de su falta de implicación, es lo que me dieron a mí como consejo cuando tuve que escribir alguna: no te mojes. 

Sin embargo, lejos de esa distinción y sin querer sentar cátedra en cuestiones de terminología, al terminar de leer dos libros que gané en un sorteo en Twitter (gracias, Runas :D), me vino a la mente otra diferente al plantearme cómo podría hablar del primero en el blog. 

Curiosamente, y casi sin pretenderlo, todo lo que llevo leído en lo que va de año (que no es mucho, cierto es) ha salido de la pluma de diferentes autoras, y cada libro pertenece, además, a un género distinto. 

Resultado de imagen de detrás de sus ojosEl primero fue Detrás de sus ojos, de Sarah Pinborough, traducido por Pilar Ramírez Tello y editado por Runas, la colección de género fantástico de Alianza. No me gusta ponerles etiquetas a los libros, pero quizá yo le pegaría la de 'thriller psicológico'. 

Lo terminé en un tiempo récord. Llegó con Papá Noel y al día siguiente por la noche ya me lo había acabado (ps..., es un poco trampa, me lo leí el año pasado...), y tan pronto lo cerré sentí la irreprimible necesidad de hablar con alguien sobre el libro. Que se lo hubiera leído, por supuesto, porque es una novela de la que no se puede decir nada sin arriesgarse a estropearla. 

¿Cómo reseñas una novela así? ¿Cómo hablas de ella en el blog, en el facebook, en la cola de la pescadería, si no puedes soltar ni un pedacito de su contenido porque podrías dejar una pequeña pista que el futurible lector use para descifrar el enigma entre sus páginas?

Sobra decir que me encantó. Me atrapó, me enganchó con una prosa fácil y un ritmo intenso, con unos personajes cercanos y verosímiles y con un imperceptible camino de miguitas de pan que aparecían en cada capítulo y te obligaban a leer sin parar (cierto es, dormí muy poco). Pero no sabía cómo hablar de él sin desvelar nada. 

De ahí surgió ese primer término, las reseñas de continente. Si no puedo hablar de lo que pasa, hablaré de cómo pasa. Porque una de las características de la novela que más me llamaron la atención fue la forma en que estaba escrito. Desde hace tiempo ya (y más con el aplastante éxito de Martin y CDHYF) nos hemos acostumbrado a las novelas narradas desde distintos puntos de vista. La teoría nos dice que, para que funcionen, el personaje debe tener su propia voz. Algunos autores lo solventan poniendo el nombre del personaje que preside el capítulo al comienzo de este, pero en Detrás de sus ojos no habría hecho casi falta, pues el carácter de sus protagonistas se trasluce en sus propias palabras y en la voz del narrador en primera persona. Este cambio de uno a otro (de una a otra, más bien) va haciendo avanzar una trama cuyo final había anticipado desde casi el mitad de la novela. SLÑJERQWÑE. Y hasta ahí puedo leer. 

Me ha apasionado. Me enganchó y me hizo devorarla a riesgo de pasar mucho sueño en medio de fiestas y visitas familiares, pero no podía quedarme así. La voy a regalar y la quiero recomendar, porque es una novela que merece ser leída sin saber nada de antemano. Cero ideas, cero prejuicios. Tan solo un sofá (o el suelo, da lo mismo), tú y el libro. 

Resultado de imagen de las estrellas son legiónLa segunda novela, y de ahí el segundo título, es Las estrellas son legión, de Kameron Hurley, traducido por Alexander Páez y publicado en la misma editorial. Con este rompí una de mis reglas: no dejar un libro a medias. Lo llevo fatal, en serio. Pero a veces hay que hacer caso al cuerpo o no se disfrutará igual de la lectura. Llevaba apenas seis u ocho páginas, pero me había tocado releerlas varias veces porque no me concentraba, y mi cerebro no hacía más que obligarme a mirar al libro en la estantería, al libro en la balda y, finalmente, al libro en el sillón. Y tuve que leerlo. 

Sin embargo, me costó. No es tanto la forma como el contenido lo que me hizo cuesta arriba la lectura en un comienzo. Intercambié varios comentarios con el traductor mientras leía, y creo que en cuestión lingüística ha hecho un trabajo excelente al trasladar el mundo de Katazyrna, el Mokshi y compañía a nuestra lengua, pero el contenido de la novela, el escenario en el que se mueven los personajes, está tan absolutamente alejado de nuestra realidad que no existen elementos referenciales a los que nos podamos asir para sentirnos identificados. 

Las descripciones de las naves-mundo, de ese interior bio-tecnológico, con las criaturas extrañas que lo pueblan, me recordaban al principio a un montón de Samsas correteando por la habitación, y yo soy un poco especial con eso de los bichos. Para mí esa lejanía referencial fue la dificultad principal a la hora de engancharme a la novela. Pero todo eso cambió en torno a la página 100. No soy una lectora habitual de ciencia ficción, por lo que supongo que ese fue el momento en que asimilé la naturaleza del mundo en el que me movía, y después de eso la novela me duró otro suspiro. Triste de mí, también preví el final. Estoy condenada a autospoilearme. Pero no le quitó valor a una novela que me ha sorprendido y cautivado a partes iguales. 

Esta, a diferencia de la anterior, creo que viene revestida por un contenido mucho más filosófico, por unas reflexiones que buscan (re)(con)mover al lector, y no creo que todo el mundo sea capaz de disfrutarla al mismo nivel. El hecho, por ejemplo, de que sea una novela donde no aparece ni un solo hombre probablemente aparte de ella a quien sea incapaz de dejar de mirar los árboles para ver el bosque. Pero no puedo dejar de recomendarla. Leedla, abrid vuestra mente y dejad que los tentáculos de las naves-mundo os arrastren a sus profundidades. Olvidad las leyes de la física y todo lo que conocemos sobre nuestra realidad y bucead entre sus páginas. Merece la pena. 

Como se puede apreciar, se trata de dos novelas muy diferentes entre sí. En ambas son esenciales fondo y forma, pero de la primera me niego a hablar sin que la hayáis leído antes y de la segunda quiero destacar la creación de un mundo casi imposible de imaginar, pero coherente y fuerte en sí mismo. 

Leedlas, en serio. 

S. 

2 comentarios:

  1. ¡Mil gracias por tu comentario! Es emocionante ver lo mucho que está gustando el trabajo de Kameron Hurley. ¡Un abrazo!

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